SOLEDAD

Las 10 recomendaciones para abordar la soledad no deseada que deberían abordar las políticas públicas

La soledad no deseada afecta a miles de personas en España, muchas veces en silencio. Un nuevo decálogo propone claves para abordarla desde las políticas públicas con enfoque humano y efectivo.

Mujer sentada en un banco en soledad

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La soledad no deseada afecta a una de cada cinco personas en España. Aunque es una realidad cada vez más presente, sigue siendo estigmatizada e invisible. Para combatirla, el Observatorio SoledadES ha elaborado un decálogo que recoge diez líneas de actuación dirigidas a las administraciones públicas, con el objetivo de convertir esta problemática en una prioridad política y social.

Para comenzar, se propone incluir la soledad en todas las políticas públicas, aprovechando los servicios ya existentes como salud, educación o cultura para rediseñarlos de forma que favorezcan la conexión social.

En segundo término, se recomienda adoptar un enfoque transversal, que implique a todos los departamentos del gobierno y que contemple el diseño de espacios públicos accesibles y pensados para el encuentro.

Como tercera medida, se plantea actuar tanto a nivel individual como comunitario, ofreciendo acompañamiento, apoyo emocional y formación en habilidades sociales, al tiempo que se refuerzan redes vecinales.

Seguidamente, el decálogo apuesta por fortalecer el enfoque comunitario, eliminando barreras de participación, promoviendo relaciones intergeneracionales y fomentando el sentido de pertenencia al entorno.

En quinto lugar, se subraya la importancia de experimentar e innovar, probando soluciones nuevas, evaluándolas y escalándolas cuando resulten eficaces.

Hombre mayor que siente soledad
Hombre mayor que siente soledad | iStock

Además, se destaca la necesidad de trabajar de forma colaborativa, implicando no solo a las administraciones, sino también a entidades sociales, empresas, ciudadanía y voluntariado.

Otra línea clave es formar y sensibilizar a todos los actores implicados, desde profesionales del ámbito social y sanitario hasta la sociedad en su conjunto, para eliminar el estigma de la soledad y fomentar una cultura de apoyo mutuo.

Asimismo, se recomienda priorizar la prevención, actuando de forma temprana, desde la infancia hasta la vejez, mediante campañas de sensibilización, educación emocional y detección precoz.

En penúltimo término, el decálogo aboga por basar las políticas en datos y evidencia, recogiendo información, evaluando los resultados y ajustando las intervenciones para hacerlas más efectivas.

Por último, se insiste en adaptar las políticas a la diversidad social y territorial, teniendo en cuenta variables como edad, género, discapacidad, situación económica o el entorno rural o urbano.

Este conjunto de propuestas ofrece a las administraciones una hoja de ruta clara y efectiva para abordar uno de los retos sociales más urgentes de nuestro tiempo.

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