EN FASE INICIAL

Un exoesqueleto industrial puede cambiar la vida de personas con hemiparesia

Personas con poco o nula movilidad en brazo y mano, una de las secuelas más habituales del ictus, podrán recuperar algunos movimientos gracias a este exoesqueleto industrial, aunque todavía se encuentra en una fase muy inicial.

Colocando el exoesqueleto

Colocando el exoesqueletoEFE/Iñaki Porto

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Un exoesqueleto de uso industrial puede mejorar la movilidad y la calidad de vida de las personas con hemiparesia (inmovilidad del brazo y la mano), que es una de las secuelas más predominantes del daño cerebral adquirido, sobre todo por un ictus (hasta el 45 % de las personas que lo sufren).

Se trata de la pérdida de la movilidad por debilidad muscular en uno de los lados del cuerpo. Puede producir dificultad para caminar, pérdida del equilibrio y la coordinación, fatiga muscular y dificultad para sujetar objetos, han informado en conferencia de prensa responsables de la asociación navarra de daño cerebral Adacen, impulsora de este proyecto.

La inmovilidad del brazo-mano es lo más incapacitante. Algunas personas conservan un poco de movilidad, pero, al no ser funcional, dejan de usar ese brazo y pierden su capacidad neurológica y motora.

Para ayudar a estos pacientes, el proyecto 'Autonomía al Cuadrado' ha adaptado un exoesqueleto creado para uso industrial al ámbito de la salud con el fin de que sirva de apoyo a la rehabilitación de las personas con hemiparesia.

Un dispositivo ligero y económico

Los exoesqueletos o "exos" provienen en origen del mercado médico y se usan, en su versión motorizada (activa) para paliar amputaciones y deficiencias psicomotrices. Desde hace unos años, un tipo de exos más sencillos y sin motorización (pasivos) se están introduciendo en el mercado industrial para ayudar a evitar los trastornos musculoesqueléticos y ayudar a los operarios en tareas ergonómicamente perjudiciales.

De este tipo es el exoesqueleto cedido por Iruña Tecnologías de Automatización, que favorece la movilidad del hombro y es utilizado en la industria para puestos que exigen mantener peso en alto. Es muy ligero (1,9 kilos), ergonómico y con potencial disruptivo en rehabilitación.

Otra de sus grandes ventajas es el precio, ya que los exoesqueletos médicos pueden costar unos 100.000 euros, mientras que un dispositivo de este tipo cuesta solo entre 4.000 y 5.000 euros.

A través de este proyecto, se pretende detectar y realizar las mejoras necesarias para adaptarlo a la rehabilitación y, si finalmente se confirma su utilidad, a la vida diaria de personas con esta dolencia.

Su impacto puede ser enorme puesto que podría posibilitarles la realización de muchas acciones que ahora no pueden ejecutar de forma autónoma, como comer o asearse. Esto tendría grandes beneficios también para las familias.

También produce importantes efectos a nivel cognitivo y emocional puesto que recuperan la conciencia de una parte del cuerpo que ya no percibían.

Fisioterapeutas de Adacen propondrán las mejoras, siempre basadas en las sensaciones y necesidades de las treinta personas usuarias que participan en el estudio y en Iruña Tecnologías realizarán las adaptaciones del exoesqueleto para adecuarlo a estas demandas.

"Tengo otro brazo"

Tras utilizar el exoesqueleto en una demostración para la prensa, Julia Ngui Bisobe ha comentado a los periodistas que "me han puesto el aparato y mi cabeza directamente me ha dado información de que tengo otro brazo, porque yo ya no sentía este brazo".

"Este es un buen invento para la rehabilitación de esta enfermedad, porque a raíz de esto empecé a decir 'ya tengo otra mano', ha afirmado.

Amaia Aguas, rehabilitadora de Adacen, ha explicado que el exoesqueleto "es de fácil colocación, no requiere de motores ni de carga" y "asiste de manera sencilla y rápida a dos de los movimientos que más utilizamos a la hora de realizar rehabilitación del miembro superior".

El proyecto está "en una fase muy inicial" y "a partir de enero comenzaremos a trabajar de una manera más intensiva, con objetivos de trabajo ya más individualizados y concretos y veremos qué recorrido puede tener", ha dicho.

Andrés Ilundáin, director de Adacen, se ha mostrado muy ilusionado con este proyecto, "sobre todo por la alegría que hemos encontrado en las personas usuarias que participan en él. Nos dicen que han recuperado un brazo que ya no tenían, que habían olvidado, y que eso es muy satisfactorio. Independientemente de que pueda o no trasladarse finalmente a los hogares, sí que sabemos ya que ofrece muchos beneficios en la rehabilitación".

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