SALUD DE LOS MAYORES
Delirium y demencia: dos trastornos diferentes que necesitan enfoques distintos
El síndrome confusional agudo es una complicación frecuente en personas mayores hospitalizadas, que puede confundirse con demencia y requiere intervención temprana.
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La hospitalización de personas mayores conlleva numerosos riesgos, y uno de los más preocupantes es el desarrollo del síndrome confusional agudo, conocido como delirium. Este trastorno se manifiesta de forma repentina en pacientes que, al ser ingresados, experimentan desorientación espaciotemporal, agitación y cambios en el estado de alerta. Aunque sus síntomas pueden parecerse a los de la demencia, el delirium tiene un curso rápido y requiere una intervención médica inmediata.
El delirium puede surgir por múltiples factores. Entre los intrínsecos al envejecimiento se encuentran la polifarmacia y el deterioro sensorial, mientras que factores relacionados con la hospitalización, como el estrés por enfermedades agudas, ciertos medicamentos o el entorno hospitalario, también contribuyen al desarrollo de este síndrome. Por ejemplo, las interrupciones frecuentes durante la noche para realizar controles médicos pueden alterar el ciclo de sueño de los pacientes, aumentado el riesgo de delirium.
Este síndrome no solo complica la estancia hospitalaria, sino que también incrementa la morbilidad y mortalidad de los ancianos. Es fundamental diferenciar el delirium de la demencia, ya que aunque ambos pueden coexistir en un mismo paciente, el delirium es tratable y su rápida identificación puede mejorar significativamente el pronóstico.
El tratamiento del delirium depende de la causa subyacente. Si está relacionado con un medicamento, la solución puede ser tan simple como retirar el fármaco. En otros casos, tratar una infección o aplicar una terapia farmacológica específica para controlar los síntomas de comportamiento puede ser necesario. Sin embargo, lo más importante es la prevención, mediante programas como el Hospital Elder Life Program (HELP), que emplea medidas no farmacológicas para reducir el riesgo de delirium. Estas incluyen mantener un ambiente que favorezca el sueño, promover la reorientación y la movilización temprana, y garantizar la hidratación adecuada.
Además, el rol de los cuidadores y familiares es crucial en el manejo del delirium. Mantener un entorno tranquilo, establecer una rutina clara de día y noche, y ofrece apoyo emocional son estrategias clave. Es esencial recordar al paciente dónde se encuentra y qué está ocurriendo, y manejar cualquier agitación o confusión con paciencia y sin confrontación.
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En definitiva, el delirium es una complicación hospitalaria común en personas mayores, pero con prevención y tratamiento adecuado, es posible reducir su impacto. La formación continua de los profesionales de la salud y la implementación de programas especializados son esenciales para enfrentar esta creciente preocupación en el cuidado de los ancianos.
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