MOVILIDAD

Encerrados en casa por no tener ascensor: Un problema que afecta a personas mayores o personas con problemas de movilidad

La falta de ascensores en algunos domicilios hace realmente difícil la movilidad a personas mayores o con problemas para desplazarse. La lentitud en los trámites para solucionar el problema o el lujo que supone para algunos edificios hace que al final algunas casa se conviertan en "cárceles" para sus habitantes.

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En Andalucía, más de medio millón de hogares no tienen ascensor. En Sevilla, hay personas mayores que llevan años sin salir a la calle por este motivo. En edificios antiguos de barrios como Cerro-Amate, San Pablo, Nervión o Triana vivir en un tercero o un cuarto sin ascensor no es solo incómodo: es una condena diaria, especialmente para personas mayores o con problemas de movilidad.

La situación de Elena, de 95 años, es un ejemplo claro. Vive en un segundo piso en el Tardón, y hace más de tres años que no baja a dar un paseo. La persona que le ayuda con sus tareas diarias y la limpieza explica que subir y bajar las escaleras es imposible para ella: “en los últimos dos años solo ha ido tres veces al médico y al podólogo”, lamenta a Antena 3 Noticias.

60.000 hogares sin ascensor

Su caso no es el único. Antonia, sufre una enfermedad similar al párkinson y depende de una máquina de oxígeno para respirar. A pesar de su delicado estado de salud, tiene un perro que necesita sacar cada día a la calle. “Bajar y subir escaleras cada día se ha convertido en una tortura”, cuenta. Aun así, no le queda más remedio. “No me puedo encerrar, pero cada vez que bajo, temo no tener fuerzas para volver a subir”.

Historias como las suyas se repiten en toda la ciudad. Según un estudio de Ilunion y Otis, en Sevilla hay más de 60.000 hogares sin ascensor. Eso se traduce en más de 60.000 personas afectadas. Además, a nivel de toda la Comunidad Autónoma, el 30 % de los edificios de más de tres plantas no son accesibles.

Trámites lentos

Aunque existen programas públicos de rehabilitación y accesibilidad, los trámites son lentos y muchas comunidades no pueden asumir el coste de las obras. Además, en algunos casos no hay espacio suficiente en los edificios para instalar un ascensor. Mientras tanto, muchos vecinos siguen encerrados en sus casas, sin poder hacer algo tan simple como ir a la compra, dar un paseo o quedar con los amigos. Una situación que no solo afecta a su calidad de vida, sino también a su salud mental. Porque mientras llega el ascensor, muchos, siguen esperando que las escaleras dejen de ser una condena.

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