ENTREVISTA

David Trueba: "Vivimos 35 años más pero la gente dice que se le escapa el tiempo"

David Trueba apuesta en su película Siempre es invierno por una relación entre una mujer de 60 y un joven de 30. Basada en la novela del director Blitz, el realizador cuenta más detalles sobre el film.

David Trueba

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Una reflexión sobre la incomunicación, un amor que rompe tabúes y una apreciación del tiempo son algunos de los elementos de Siempre es invierno, la última película del director y escritor David Trueba, que adapta su propia novela Blitz (2015) y se estrena este viernes en salas tras su paso por Seminci.

"Vivimos 35 años más que nuestros abuelos y a ellos no les he oído nunca que la vida se les escapa entre los dedos; sin embargo lo oigo decir a la gente actual todo el rato", asegura el cineasta, en una entrevista con EFE junto a los actores Amaia Salamanca y David Verdaguer.

"La película habla mucho de la prisa, de la apreciación del tiempo no como una amenaza o algo que tienes que llenar constantemente, sino que el tiempo discurre y verlo discurrir es interesante para saber dónde estás en cada momento, quién eres, en qué consiste vivir", explica.

Es una reflexión que comparte David Verdaguer, quien añade que "falta la empatía y la paciencia para dar tiempo a las cosas para que te interesen" como uno de los retos de este momento, mientras que Amaia Salamanca subraya que "falta muchísima comunicación", e incide en que la tecnología empuja a la sociedad "a estar más encerrados en uno mismo", lo que además retroalimenta el algoritmo.

Diferencias con la novela

Esa falta de comunicación también es el punto de partida del largometraje, en el que la pareja que forman Miguel (Verdaguer) y Marta (Salamanca) llega rota a la ciudad de Lieja (Bélgica) para asistir a un congreso, y donde el joven arquitecto se quedará y redescubrirá el amor con Olga (la actriz francesa Isabelle Renauld), una mujer casi 30 años mayor que él.

Es un filme que difiere de la novela original en la localización -en Blitz sucedía en su mayor parte en Munich– al calor de la crisis económica de 2007, que afectó a muchos paisajistas por la escasez de obra pública, un marco temporal que Trueba descartó para contar una historia más universal, centrada en "la crisis personal" de Miguel.

"A nivel particular, cuando escribí el libro estaba muy en la órbita del personaje protagonista, que era el narrador, y cuando hice una película estaba más cerca de Olga, lo que quizá me ayudó a colocarme en un lugar más céntrico a la hora de dirigir", ha explicado.

El rodaje en la ciudad belga también fue un reto para los actores: Amaia Salamanca se refiere a ella como una "ciudad gris" que subraya la incomunicación del protagonista: "Creo que el estar ahí ya le da esa 'no calidez a la peli', y es que a mí me cambiaba hasta la cara, mi rictus era otro distinto".

Reparto y director de Siempre es invierno
Reparto y director de Siempre es invierno | EFE

Romper tabúes

De hecho, la película da la vuelta al tópico de hombre mayor con una mujer joven y aborda la mirada, el prejuicio e incluso la sexualidad de las mujeres de más edad, un "tema central de la película" para Trueba, quien opina que con las mujeres mayores existe ese "elemento de invisibilidad, como si la mujer atravesara unos años y tuviera que desaparecer".

Para las escenas de sexo con Renauld, David Verdaguer reconoce que es "una secuencia larga" y valora el "lujo" que supone ver como espectador una intimidad distinta: "te pone ante un espejo, te cuestiona las cosas y es muy interesante", afirma.

Amaia Salamanca lamenta que la barrera del idioma haga que Renauld no se implique más en la promoción y subraya "la generosidad" de su interpretación, ya que se expone emocional y físicamente y añade que, "como mujer que se va haciendo mayor, entiende la dificultad desnudarse y mostrarse" no sólo delante de un equipo, sino ante la audiencia.

"Esa parte de la película para mí es la que más me ha atrapado: la veía con muchas ganas pero también con mucho pudor y pensando mucho en cómo se sentía ella, porque mientras el personaje de Miguel está jugando, lo sensible es para ella, dentro de su soledad, cómo ha acabado ahí con un tipo extranjero más joven", señala.

El método Trueba

Durante la conversación, Trueba reconoce que no comparte el sistema de 'casting' porque considera que los directores usan las pruebas para "solventar su inseguridad, porque no quieren tomar la decisión" y explica que él, que ve "unas quinientas películas al año", no necesita hacerle una prueba a un actor que ya ha hecho un par de películas.

Tal fue el caso de Verdaguer, al que conoció en su anterior película -Saben aquell (2024)- por la que el actor se alzó con el Goya a mejor actor; de Salamanca, que conoció en una cena porque era amiga de Verdaguer; y de Renauld, a la que hizo una prueba hace treinta años para La buena vida (1996) y a la que tuvo que descartar porque no hablaba suficiente español.

"A lo largo de estos treinta años la he ido viendo de tanto en tanto y cuando acabé el guion y supe que la teníamos que rodar en Bélgica y que tenía que ser una mujer francófona, inmediatamente dije que Isabel podría hacer esto y de alguna manera cerraría el círculo que abrí entonces, porque me hubiera gustado haberle dado el papel aquel día", asegura. Un artículo de Fernando Sanz.

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