SISTEMA INMUNITARIO
El riesgo de padecer enfermedades autoinmunes aumenta en personas mayores de 50 años, según un estudio
Con la edad, nuestro sistema inmunológico va perdiendo capacidad para hacer frente a infecciones y debido a que sus síntomas se confunden con dolencias comunes del envejecimiento, su diagnóstico se vuelve cada vez más complicado.

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El dolor articular, la fatiga o el cansancio metal son síntomas que muchos adultos mayores padecen. Se trata de dolencias que algunos asocian a la vejez, sin embargo, estos pueden ser un primer aviso de riesgo de padecer enfermedades autoinmunes.
El sistema inmunológico es aquel que se encarga de protegernos contra virus o bacterias. El problema viene cuando es el propio sistema inmune el que se ataca a sí mismo y daña sus propios órganos y tejidos.
Un estudio publicado en The Journal of Clinical Investigation demostró que las enfermedades autoinmunes afectan en mayor medida a personas de más de 50 años, llegando a su pico más alto en personas de más de 65.
Bien es cierto que con la edad, nuestro sistema inmunológico va perdiendo capacidad para hacer frente a infecciones, sin embargo, el envejecimiento no es el único factor implicado. La herencia genética, la alimentación o los factores ambientales también son determinantes.
Las mujeres suelen ser las más afectadas, principalmente debido a los cambios inmunitarios que se producen durante y después del embarazo. La artritis reumatoide, la diabetes tipo 1, la enfermedad de Crohn y la esclerosis múltiple son algunas de las enfermedades autoinmunes más comunes.
Las células inmunes contienen una serie de proteínas que solo se activan cuando detectan una amenaza, como virus o bacterias. El problema es que según pasan los años, las probabilidades de que estas proteínas se activen de forma errónea aumentan.
Y debido a que los síntomas se suelen confundir con aquellos relacionados con el envejecimiento, el diagnóstico se vuelve complicado.
Para prevenir este tipo de enfermedades conviene llevar un estilo de vida saludable, cuidando la alimentación, y la rutina de sueño, priorizando la actividad física y controlando el estrés.
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