EFEMÉRIDES

Los últimos hibakusha no olvidan los horrores de la bomba atómica 80 años después

Un día como hoy hace 80 años Estados Unidos lanzaba una bomba atómica en la ciudad japonesa de Hiroshima, tres días después, lanzaría otra en Nagasaki. Los supervivientes tuvieron que luchar contra la radiación, la enfermedad, la muerte, el hambre y también el rechazo del resto de la población.

La Cúpula de la Bomba Atómica en Hiroshima

La Cúpula de la Bomba Atómica en HiroshimaAgencia EFE

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Ha dedicado los últimos años al activismo como copresidente de Nihon Hidankyo, la organización nacional de hibakusha cuyos objetivos principales son la eliminación de las armas nucleares y mejorar la asistencia estatal a los supervivientes a los bombardeos.

En 2024 esta asociación fue galardonada con el Nobel de la Paz "por demostrar a través de sus testimonios que las armas nucleares no deben volver a usarse nunca", según el comité del premio.

"Si se lanza aunque sea una sola bomba nuclear, se desencadenarán represalias que conducirán al uso de otras cada vez mayores. Entonces, este planeta se convertirá en un lugar donde no puede vivir ningún ser vivo. Ningún líder tiene derecho a permitir algo así", afirma Tanaka.

"Es un arma diabólica. La gente no muere como personas, sino que son vaporizadas. Se les niega una muerte digna y humana, y el derecho a ser enterrados por sus familias", señala.

"Cada 9 de agosto, esos recuerdos vuelven a mi mente"

"Recuerdo claramente el momento en que me sobresalté por un estruendo impresionante, un temblor de tierra como nunca antes había sentido. Fue algo tan abrumador que no se puede describir con palabras", relata a EFE Tomoko Matsumoto, de 92 años, y quien tenía 12 años el día del bombardeo.

Tomoko Matsumoto, Superviviente a la bomba atómica de Nagasaki, de 94 años
Tomoko Matsumoto, Superviviente a la bomba atómica de Nagasaki, de 94 años | EFE

Matsumoto estaba en casa aquel fatídico día, a unos 2,5 km del hipocentro. Pero su hermana de 16 años se encontraba más cerca de la explosión, y estuvo desaparecida durante dos días tras el bombardeo.

La adolescente regresó a casa el día 11, al límite de sus fuerzas tras recorrer la ciudad y sus alrededores calcinados, entre ruinas y cadáveres y expuesta a la radiación y al implacable sol de agosto. Falleció pocos días después en un hospital local donde no había medicinas.

"Que una chica de 16 años haya regresado en esas condiciones... todavía lo pienso y me conmueve. Solo quería ver a su familia. Probablemente ni siquiera sabía si su casa seguía en pie. Cada vez que se acerca el 9 de agosto, vuelven a mi mente esos recuerdos", cuenta entre lágrimas Matsumoto.

"Solo los hibakusha sabemos lo que es una bomba atómica"

"Hubo sirenas antiaéreas por la mañana y recuerdo ir al refugio antibombas. Estaba allí cuando cayó. En ese momento sonó un estruendo enorme. Salí unas cinco horas después, y al hacerlo quedé expuesto a la radiación. Si hubiera sido menos paciente y salido antes, seguramente habría muerto", explica Matsuyoshi Ikeda, de 87 años.

Matsuyoshi Ikeda: Superviviente a la bomba de Nagasaki, de 87 años
Matsuyoshi Ikeda: Superviviente a la bomba de Nagasaki, de 87 años | EFE

En el bombardeo murieron su madre, su padre y otros cuatro miembros de su familia. "Perdí el amor materno a los 7 años. Me adoptaron en casa de unos familiares lejanos, donde sólo podía obedecer y agradecer que me ofrecieran un techo", relata.

"La realidad tras el bombardeo atómico no puede ser descrita. No había comida, no había agua, no había adónde ir... Simplemente había que hacer cualquier cosa para sobrevivir, y mejor no quejarte, porque al menos tenías la suerte de estar vivo", recuerda Ikeda.

Este 'hibakusha' rechazó ser etiquetado como tal durante muchos años, debido al estigma que conllevaba. "Nadie te daba trabajo, pese a que no tuvieras enfermedades o heridas visibles. Mucha gente se marchó lejos para huir de la discriminación", afirma.

"Solo los supervivientes sabemos lo que es una bomba atómica. Han pasado 80 años, y necesitamos seguir transmitiendo lo que pasó para que haya más conocimiento sobre ello", destaca. "Si sabes lo que pasó, sabes que no quieres que vuelva a suceder nunca más", subraya Ikeda, quien padece cáncer y duda sobre si le queda mucho por delante. Un artículo de Antonio Hermosín Gandul

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