JUEGOS DE TODA LA VIDA

Las chapas reconquistan el recreo: accesibles, inclusivas y creativas

¿Recuerdas haber jugado a las chapas cuando eras un niño? Este juego fue el rey de los recreos durante varias generaciones, sin embargo, son un juego completamente desconocido para los niños de ahora. Una iniciativa originada en un colegio gallego ha reavivado el interés de su alumnado por este juego tradicional.

Niño jugando a las chapas

Niño jugando a las chapasAgencia EFE

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A media mañana suena el timbre en el Colegio Calasanz de A Coruña, es la hora del recreo, ese momento de desconexión que todos esperan, la mayoría para jugar al fútbol o baloncesto, pero ahora tienen competencia: dos días a la semana, las chapas reconquistan el patio.

El director de Primaria, David García, un amante de este juego tradicional, lo propuso, de forma experimental, al alumnado de sexto como alternativa para ese periodo de ocio entre clases.

Es una "asignatura que no tardó en cautivar"

En el aula reinaba "el desconocimiento" más absoluto sobre las chapas, una asignatura que no tardó en cautivarles. Más de la mitad de los niños se animaron. "Entre comillas, han aceptado perder sus recreos, han aceptado perder tiempo de jugar al fútbol para dedicárselo a las chapas", explica a EFE el profesor.

Primero les informó de la nueva propuesta, abrió el periodo de inscripción, dedicaron una sesión de recreo para decorar y construir los equipos de chapas, otra para conocer las normas básicas del juego y se programó el calendario con partidos de media hora.

"En la vida habían jugado, así que tuvieron que ver vídeos sobre el juego, el reglamento... Se mostraron súper ilusionados. Tenían que crear su propio material, buscar las chapas (diez jugadores y, como portero, un tapón), diseñar la camiseta, el escudo, ponerle nombre al equipo... ", relata.

El pabellón del colegio pasó a ser el estadio de las chapas. Allí se citan dos días a la semana, los que tienen partido, pero también hay espectadores. "La imagen impacta. Unos 20 campos con partidas simultáneas", relata el maestro.

"Este juego se consolidará en los próximos años"

El juego no se avanza si no hay acuerdo entre los contendientes. "El VAR (videoarbitraje en LaLiga) son ellos mismos", precisa David García, que está seguro de que este juego se consolidará en los próximos años. Pretenden abrirlo a más cursos y también apostarán por otros juegos tradicionales.

"Las chapas tienen muchas cosas buenas. Poco a poco estamos viendo que en la sociedad actual, el juego en la calle y en el día a día, por el puro placer de disfrutar de la compañía, va cediendo terreno a los juegos relacionados con las nuevas tecnologías", sostiene el profesor.

Las chapas demandan cooperación, creatividad y estrategia. Son accesibles e inclusivas, una actividad a la que se apuntan niños y niñas y en la que también participan quienes requieren de educación especial.

El juego cuenta con su propia Federación Española. Su presidente, Juan Carlos Pendolero, acoge con los brazos abiertos la iniciativa del colegio coruñés.

Ayda a relacionarse fuera de las "maquinitas"

"Es una satisfacción que recuperen este juego tradicional que ayuda a que se interrelacionen bien los alumnos, fuera de las 'maquinitas', sin diferenciar entre niños y niñas", comenta a EFE.

Tienen unos 600 federados y 28 clubes. "Nosotros empezamos con la Federación en 2004 y hemos ido creciendo. A raíz de nuestra experiencia se han creado otras en países como Portugal, Bolivia, Argentina, Senegal, Hungría o Brasil", apunta.

El juego ya está "un poco más profesionalizado" que cuando se practicaba en el suelo: ahora es en altura, sobre una moqueta, incluso con vallas.

Hay kits con el campo y el material para dos equipos por 65 euros, pero, como en el colegio, se pueden reutilizar materiales que estén a mano.

"Puedes empezar por pedir chapas en un bar, usar un garbanzo como pelota, utilizar cajas de zapatos a modo de porterías... Es muy económico", sostiene Pendolero, que también gestiona una tienda "online" con el material necesario para este juego.

Ahí, las chapas y la tecnología sí se dan la mano.

Una crónica de Carlos Alberto Fernández

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