SEGÚN UNA INVESTIGACIÓN

Medir la forma de caminar de una persona antes de llegar a la vejez podría prevenir caídas

Con la finalidad de prevenir las caídas en personas mayores, una investigación ha señalado que medir la forma de caminar de los adultos podría ser esencial para evitar este tipo de accidentes en el futuro.

Hombre tratando de caminar

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Expertos de la de la Universidad de Stanford (EEUU) publican en Journal of Experimental Biology cómo registrar los pequeños detalles de la forma de caminar de una persona a lo largo de su vida adulta podría identificar si corre el riesgo de sufrir una caída potencialmente mortal en el futuro.

A medida que envejecemos, nuestros cuerpos dejan de funcionar como antes. Ya no somos tan fuertes como antes, no vemos tan bien como antes y empezamos a perder movilidad. Estos cambios inevitablemente provocan que casi un tercio de las personas mayores de 65 años se caigan cada año, lo que resulta en lesiones y, en ocasiones, la muerte. Sin embargo, aunque el envejecimiento es una certeza, las caídas pueden prevenirse.

Para buscar soluciones a esta cuestión, el equipo de investigadores de Standford colocó a 10 voluntarios sanos de entre 24 y 31 años un arnés alrededor de su cintura sujeto por delante, por detrás y por los lados a cuerdas y marcadores que permitirían que una serie de 11 cámaras rastrearan el movimiento de varias partes del cuerpo mientras caminaban cómodamente en una cinta de correr a 1,25 ms -1.

De esta forma, los investigadores midieron varios aspectos de la marcha de los participantes, como la previsibilidad de la colocación de sus pies y la distancia lateral de su centro de masa. Posteriormente, volvieron a medir a los caminantes, pero esta vez se les pidió que usaran tobilleras, una máscara para bloquear los ojos o chorros neumáticos, todo lo cual dificultaba su marcha de forma similar a los cambios que acompañan al envejecimiento. Esta vez, se hizo más difícil predecir la anchura de cada paso (o incluso cuándo se daría el siguiente) mientras los caminantes llevaban sus impedimentos, lo que sugería que dificultar la visión de su entorno o dificultar el movimiento adecuado de sus extremidades les hacía perder el equilibrio.

Cuando los científicos compararon las mediciones de cada persona al caminar con normalidad con las de su forma de caminar con dificultades, no todas las métricas fueron eficaces para predecir problemas de equilibrio. De hecho, solo tres de las seis mediciones realizadas antes de las discapacidades fueron eficaces para predecir el riesgo de caída: la diferencia en el ancho y el ritmo de cada paso, y la posición de los pies. Cada una de estas tres mediciones tuvo una eficacia superior al 86 % para predecir problemas de equilibrio.

Además, los investigadores tiraron inesperadamente de las cuerdas del arnés del andador para ver cómo se recuperaban de la pérdida repentina del equilibrio. Sorprendentemente, añadir esta pequeña cantidad de información sobre la recuperación a la que ya habían recopilado de cada voluntario no ayudó a predecir el riesgo de caída tanto como esperaba el equipo.

Cuando los investigadores compararon la forma de caminar de cada persona con el promedio del grupo completo, descubrieron que el promedio del grupo predecía con mayor precisión si una persona tendría problemas de equilibrio que comparar a cada persona consigo misma antes y después de presentarlos. Normalmente, los médicos solo evalúan la forma de caminar de una persona cuando empiezan a tener problemas de movilidad.

Los investigadores sugieren que medir la forma de caminar de una persona antes de llegar a la vejez podría ofrecer a los médicos una alerta temprana, con la esperanza de prevenir caídas antes de que ocurran, lo que podría ahorrar miles de millones a los sistemas de salud y, además, salvar vidas.

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